En primer lugar, es importante reconocer que la televisión puede ser una herramienta educativa poderosa cuando se utiliza de manera adecuada. Los programas diseñados específicamente para enseñar conceptos académicos, habilidades sociales o culturales pueden complementar y enriquecer la experiencia educativa de los estudiantes. Desde programas infantiles que enseñan conceptos básicos como números y letras, hasta documentales que exploran temas complejos como la historia mundial o la ciencia, la televisión puede ofrecer una ventana al conocimiento que de otra manera podría ser inaccesible para algunos estudiantes.
Sin embargo, también debemos ser conscientes de los efectos negativos que el consumo excesivo de televisión puede tener en el aprendizaje. El tiempo dedicado a mirar la televisión es crucial en el aprendizaje. Lo más recomendado es que los niños, sobre todo menores de 6 años, no vean la televisión, y en caso de hacerlo que sea como máximo una hora al día. La exposición prolongada de la televisión con niños de tan corta edad repercute en que no realicen otras actividades importantes para su desarrollo, como el juego activo, la lectura o la interacción social. Disminuye la actividad física y de esa forma favorece la obesidad infantil.
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