Es necesario concienciar sobre la prioridad que la educación debe tener para el desarrollo de un país, por lo que la inversión destinada a ella debe ser considerable y “real” para superar las dificultades que ha sufrido esta en diversos países durante varios años. La inversión debe dirigirse prioritariamente a las primeras etapas del sistema educativo (educación infantil y primaria) y recaer sobre aquellas personas que parten en situación de desventaja.
La actuación educativa en estas etapas es más efectiva de cara a la reducción de diferencias posteriores. Se debe hacer frente al fracaso escolar y el abandono temprano del sistema educativo, que aunque cristaliza en la educación secundaria, tiene su origen en la educación primaria. Es prioritario evitar que el origen socioeconómico sea un condicionante tan importante como lo es hoy.
La educación se debe entender como el principal instrumento para el desarrollo de los países, el crecimiento de la economía, el aumento de las rentas y con ello la reducción de la pobreza, así como eliminar las diferencias en cuanto al acceso a tecnología y conocimiento existentes entre los países desarrollados de aquellos en vías de desarrollo. Incluso la educación es útil a la hora de fortalecer la cohesión social, prevenir el crimen y la adicción a las drogas, etc.
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