En el seno familiar, los niños adquieren, o al menos
deberían, habilidades esenciales como comunicarse verbalmente, vestirse
adecuadamente, mantener la higiene personal, mostrar respeto hacia los adultos,
cuidar a los más pequeños, compartir alimentos, desarrollar habilidades
lingüísticas, participar en actividades grupales siguiendo normas, discernir
entre lo correcto y lo incorrecto, entre otras. Estas habilidades transmitidas
durante la infancia se conocen en términos sociológicos como socialización
primaria, y si se llevan a cabo de manera satisfactoria, se espera que mejoren
la efectividad del aprendizaje en la escuela.
Hay que entender la familia como, el grupo humano más
próximo al niño, es el entorno donde vive y se relaciona con otros individuos.
Se le asigna un papel privilegiado en la influencia del desarrollo psicológico
de sus hijos, ya que tiene la responsabilidad primordial de iniciar la
interacción con el niño antes que cualquier otra entidad educativa. Además,
tiene la capacidad de abordar esta interacción sin imposiciones estrictas,
guiada por el amor y el deseo de procurar la máxima felicidad para todos sus integrantes.
En la actualidad, los padres tienen más oportunidades que nunca para criar a sus hijos de manera efectiva. Contamos con una mayor cantidad de información y las investigaciones sobre el cerebro nos proporcionan conocimientos y herramientas prácticas que pueden contribuir al desarrollo pleno de nuestros hijos.
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